El poder de una cisterna

Quiero compartir con todos vosotros algo que me ocurrió la semana pasada.

Os sitúo, anoche mientras hablaba con mi querida amiga Mirella; le leí el whatsapp que da origen a este post y la risa que le entró, me contagió y estuvimos partiéndonos,  casi 15 minutos más de conversación.

Llevaba sin escribir desde septiembre y esta historia que podía haberse quedado en el olvido, fue tomando fuerza y con un pequeño empujón, se convirtió en algo más que una anécdota y que a continuación, pasó a relatar.

El pasado miércoles tuvo lugar en la casa donde vivo, un acontecimiento difícil de olvidar.

Aparentemente podría ser insignificante, pero si analizamos el contenido que no el continente, a más de una le puede sonar.

Ocurrió justamente después de desayunar, cuando vaciamos nuestro ser interno y nos quedamos tan limpios, que hay pocas sensaciones tan placenteras a las  que se pueda igualar.

Esa misma semana, unos días antes  se cambió por primera vez, después de más de cuatro años, la cisterna del cuarto de baño.

Se renovó,  se compró un modelo más moderno, y un vecino que se dedica a estos menesteres, en una mañana la instaló.

Hasta aquí todo normal, todo transcurría con aparente tranquilidad, pero cuál fue mi sorpresa…

Tres días tardé en descubrir la importancia que tenía en mi vida ese nuevo sanitario y con el que había «convivido» mas de cuatro años.

Ya no había que utilizar el teléfono de la ducha para poder eliminar los residuos de mi estómago, ni tirar cubos de agua,  ni siquiera  rozar con la escobilla, aquel agujero frío de blancas paredes de loza.

Ya no había que esperar a que se llenara la cisterna, para minutos después, cortar  la llave de paso, y así evitar los escapes de agua.

Ni siquiera colocar la cadena del wáter, en su posición original para poder tirar de nuevo cuando se fuera a utilizar.

Fue una sensación de paz, la que tuve aquella mañana,  que no tardé en compartir vía whatsapp con toda mi familia.

Estamos tan acostumbrados a “tragar” lo que nos echen, que no somos capaces de decir BASTA YA.

Normalizamos el ruido, los gritos, el descuento por omisión, que hasta que no nos llega el agua al cuello, u otra cosa peor…ajjaja, no somos capaces de dar un salto de vértigo y  colocarnos en primera posición.

Nos dejamos mecer en esa peligrosa “zona de confort” que hasta que no llega un viento huracanado y te mueve de par en par, no reaccionas, ni sales de tu cobijo, no te vaya a sentar mal.

Comenzamos con una agujita clavada en el dedo “corazón” y seguimos caminando como si nada, hasta que un día es tan profundo el agujero, que de repente te das cuenta que ya no puedes caminar.

Respondió al watsaap mi padre, donde trivializaba la historia y se alegraba de lo poco con lo que me conformaba. Se debió de acordar del “El Principito” y yo me quedé con lo “esencial”, que nunca mejor dicho es “invisible” a los ojos y a veces también le pasa factura al “corazón”.

Luego llegó el de mi querida sobrina. Ella sí que entendió el mensaje y me respondió sujetando mi mano con fuerza y diciendo que NO.

Después llego el silencio y no hubo más comentarios.

Y es que la “mierda”, perdonar la claridad, sin embargo, a veces es importante quitar el envoltorio, el lazo que nos confunde y llamar por su nombre, aquello que no se debe consentir ni soportar.

La mierda a veces pasa tan desapercibida que convivimos con ella como si fuera un manjar.

Así que ya es hora de que abramos las ventanas de par en par, ventilando la estancia para que solo entre aire puro, del bueno, del que solo sirve para RESPIRAR.

 

 

toilet bowl flower planter Fantastic 24 best images about toilet flower pots on Pinterest

Esta entrada fue publicada en Historias reales. y etiquetada , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario